Espiritualidad
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9:15h – De lunes a sábado antes de Misa
Comunidad
La comunidad de la presencia del señor en el monasterio de Santa María de Valdediós
En otoño de 2023 llegó al Monasterio de Santa María de Valdediós la Comunidad de la Presencia del Señor.
Nacida en Valladolid en 1999, fue acogida en la Diócesis de Alcalá de Henares en 2009, donde permaneció hasta octubre de 2023. Allí surgió la Familia de la Presencia del Señor, asociación privada de fieles con diversos estados de vida aprobada en 2014 por el Obispo complutense, que tiene tres tipos de miembros: consagrados que viven en comunidad (Comunidad de la Presencia del Señor), consagrados que viven en sus casas (Comunión Betel) y laicos que viven en medio del mundo (Comunión Mambré).
La Comunidad de la Presencia del Señor está formada por hermanos y hermanas que, llamados a vivir a la luz de la presencia del Señor, están consagrados a Dios y viven una forma de vida orante, fraterna y evangelizadora. Así pues, cinco rasgos nos definen a los miembros de la Comunidad: somos llamados, consagrados, orantes, hermanos y testigos.

1.- Llamados. Hemos sido llamados por Dios a vivir la vida cristiana desde el misterio de la presencia del Señor de la mano de la Virgen María. Esta vocación caracteriza la espiritualidad de nuestra Comunidad y la de toda la Familia de la Presencia del Señor.
2.- Consagrados. Además, para vivir esta vocación, el Señor nos pide una entrega total a Él, una donación consciente, libre y definitiva de toda nuestra persona y de nuestra vida entera. Por eso, los hermanos y hermanas de la Comunidad nos hemos consagrado a Dios mediante la profesión de los tres consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.
3.- Orantes. Consagrados a Dios, nuestra vocación es vivir de Dios y para Dios. La tarea fundamental de nuestra vida consiste en buscar a Dios, conocerlo, amarlo, vivirlo, reflejarlo y comunicarlo. Nuestra vida de comunión con Dios se expresa en tres ámbitos relacionados entre sí: la celebración de la liturgia, el tiempo dedicado a la oración y la vida cotidiana.
4.- Hermanos. El Señor nos ha llamado a vivir en comunidad, en una vida fraterna, mixta de hombres y mujeres consagrados, sencilla y familiar. Nuestra vida comunitaria se caracteriza por la centralidad de Dios, la llamada al amor fraterno, el espíritu de comunión y de servicio y la apertura a los hombres.
5.- Testigos. Hermanos orantes, somos también testigos. Vivimos para Dios en fraternidad abiertos a los hombres, para poder así compartir con ellos lo que recibimos del Señor y conducirlos al encuentro con Él. Participamos en la misión de la Iglesia con la fecundidad de la oración y de la vida dedicada a Dios, la celebración litúrgica, el testimonio de nuestra vida consagrada orante y fraterna, la acogida de los hombres y el anuncio del misterio de Cristo y de su presencia.
Además, hay tres lugares evangélicos que iluminan la forma de vida de nuestra Comunidad: Nazaret, Betania y el Cenáculo.
a) Nazaret. Modelo de nuestra vida fraterna, sencilla y familiar es el hogar de Nazaret. En la vida cotidiana de la Virgen María y san José contemplamos cómo vivir unidos a Dios en medio de los trabajos, cumpliendo su voluntad y compartiendo la vida en presencia de Jesús; aprendemos a buscar los bienes de arriba llevando una vida escondida con Cristo en Dios.
b) Betania. Como los hermanos de Betania, hospedamos a Jesús para que habite en nuestra asa; como María de Betania, estamos llamados a centrarnos en Cristo, a “estar sentados a sus pies” escuchándolo y contemplándolo, a expresarle nuestro amor. Además, hemos de acoger a los discípulos del Señor y a aquellos que lo buscan, para que puedan estar con Él y encontrarlo.
c) Cenáculo. El Cenáculo es el lugar de la última Cena, de las apariciones del Resucitado y de la oración en espera del Espíritu Santo después de la Ascensión. Nuestra casa ha de ser un cenáculo donde la celebración de la Eucaristía sea centro, cumbre y fuente; donde se vive el encuentro con el Señor; y donde los discípulos y discípulas de Cristo perseveran en la oración en unión con la Virgen María.
La Comunidad de la Presencia del Señor ha encontrado en el Monasterio de Santa María de Valdediós en Asturias un marco adecuado para desarrollar su vocación y poder dar testimonio de su vida consagrada, celebrar la Liturgia y ofrecer hospitalidad a quienes buscan a Dios. Así, este secular monasterio cisterciense vuelve a estar habitado por una comunidad en sintonía con su tradición monástica.
La Comunidad espera que el Señor haga del Monasterio de Valdediós un lugar de presencia,gracia y bendición de Dios en la Iglesia de Asturias. Que nuestra Madre la Virgen María cuide su Monasterio, a quienes lo habitan y a cuantos pasan por él.
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